La Justicia británica condena a tres ciudadanos búlgaros por espiar para Rusia

Los búlgaros Katrin Ivanova, Vanya Gaberova y Tihomir Ivanchev, que viven en el Reino Unido, formaban parte de una operación de espionaje rusa en la que participaban seis personas (AP)

Un tribunal del Reino Unido y Gales ha condenado a tres ciudadanos búlgaros el pasado viernes. Por el delito de espionaje para Rusia, en lo que se considera una de las mayores operaciones de inteligencia extranjera descubiertas en el país. Siendo condenados a 14 años de prisión.

Durante el juicio, se reveló que la red de espías planeó asesinar al periodista búlgaro Christo Grozev y a su colega ruso Roman Dobrokhotov utilizando métodos extremos, incluyendo un atentado suicida y un secuestro con destino a un campo de tortura en Siria.

Los acusados fueron identificados como: Vanya Gaberova, de 30 años, Katrin Ivanova, de 33 años, y Tihomir Ivanchev de 39. Quienes, formaban parte de una red de espionaje que operaba desde un hotel en la ciudad costera de Great Yarmouth, en el este de Inglaterra.

En el lugar de las detenciones se encontraron numerosos teléfonos móviles, computadoras, equipos de espionaje, gafas de sol con cámaras, así como dispositivos de video ocultos para usar en la ropa, etc. Por ahora, los acusados han negado las acusaciones, afirmando que fueron engañados.

Según revelaciones hasta ahora públicas. Los espías fueron detenidos en febrero de 2024, y su juicio se realizó el pasado 7 de marzo de 2025.

Por otra parte, los periodistas que eran objeto de seguimientos; han estado en la mira del Kremlin desde que expusieron la implicación de Rusia en ataques con agentes nerviosos.  Como el envenenamiento del disidente Alexei Navalny en 2020 y el intento de asesinato del ex espía Sergei Skripal en Salisbury en 2018.

También se ha sabido que el espionaje estaba dirigido desde Moscú por Jan Marsalek (44 años), un ciudadano austríaco buscado por fraude financiero en el escándalo de Wirecard y señalado como intermediario de la inteligencia rusa.

El tribunal que consideró culpables a los tres ciudadanos búlgaros de participar en la red de espionaje a cambio de importantes sumas de dinero. Señalan que un método que Rusia estaría utilizando cada vez más a menudo para llevar a cabo sus labores de inteligencia es contratar a otras personas para hacer el trabajo sucio.

Tal y como lo afirma el jefe del comando antiterrorista de la Policía Metropolitana de Londres (Scotland Yard), Dominic Murphy:

 «Hace muchos años esto lo hubieran hecho agentes rusos al servicio de alguna agencia de inteligencia rusa. Ahora se contrata a terceros para que lo hagan. Es algo que se podría leer en una novela de espías». 

Y es que dentro el prontuario que cargan estos aparentes inocentes engañados. Figuran el haber espiado una base militar estadounidense en territorio alemán. Donde se presumen entrenaban soldados ucranianos.

Tras la desarticulación del grupo búlgaro, la inteligencia británica advirtió a Dobrokhotov el periodista, objeto de seguimientos. Sobre una segunda red de espionaje rusa, operando en territorio británico.

«Comprendí que después de la detención de los búlgaros, debía haber una atención continua hacia mí y Christo, porque no detuvimos nuestro trabajo (...) Sabíamos que después del arresto del primer equipo, la tarea continuaría, y ahora está en manos del GRU (inteligencia militar rusa)», declaró el periodista ruso, Roman Dobrokhotov. 

Y es que en cualquier lugar pueden aparecer los espías. Ya que durante meses los búlgaros se camuflaron en trabajos fachada de: esteticista, trabajadores de aseo, enfermeros y decoradores.

Donde siguieron sus blancos en países como Austria, España, Alemania y Montenegro. En los que se barajó la posibilidad de subcontratar a un extremista suicida del Estado Islámico; para atentar contra los periodistas con una bomba.

Pero eso no es todo, también pensaron en usar un agente químico para envenenar a sus víctimas. Usar ricina en las calles de Londres, fingir un accidente en la ducha mientras se bañaban o quemarlos vivos con ácido.

Por ello, Dobrokhotov uno de los dos periodistas objeto de espionaje. Sigue refugiado en el Reino Unido con su esposa e hijos. Admite que la incertidumbre es uno de los mayores temores que tiene. «Es lo peor, no saber si preocuparte o relajarte. Ahora lo sabemos con certeza: los intentos de matarnos continúan».


 

 

 

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