20 años de la muerte del papa viajero, Juan Pablo II

Pontífice Juan Pablo II

Un día como hoy, un 2 de abril de 2005, el mundo lloraba de tristeza. Fallecía, a los 84 años, el papa Karol Józef Wojtyła, conocido en el mundo católico como Juan Pablo II. El religioso de origen polaco tuvo una larga batalla contra la enfermedad de Parkinson. Que finalmente le quitó la vida, tras varios periodos de hospitalización.

Nacido el 18 de mayo de 1920 en Wadowice, una pequeña ciudad polaca. Su infancia y juventud estuvieron marcadas por la tragedia: perdió a su madre a los 9 años y a su padre en la adolescencia.

Durante la ocupación nazi de Polonia, trabajó en una cantera mientras realizaba estudios clandestinos para convertirse en sacerdote.

En 1946 fue ordenado y comenzó su ascendente carrera dentro de la Iglesia, destacándose por su inteligencia y su fuerte compromiso con la fe en tiempos de represión comunista.

Pero su destino dio un giro el 16 de octubre de 1978, cuando fue elegido papa. Tras más de 33 años de vida religiosa, dejó de lado su cargo de cardenal para asumir como pontífice de la iglesia católica.

Siendo el primer sucesor de San Pedro que no era de origen italiano. Rompiendo con una fuerte tradición de cuatro siglos dentro de las puertas del Vaticano.

Con tan solo 58 años, era también uno de los más jóvenes en asumir el cargo. Su elección fue interpretada como un mensaje político y espiritual en medio de la Guerra Fría, y su impacto no tardó en sentirse en todo el mundo.

Un papado de cambios y controversias

Juan Pablo II recorrió un total de 104 países, más que ningún otro pontífice, a través de los cinco continentes y convirtiéndose en el primer Papa en visitar países con minorías católicas significativas, como Cuba y Egipto. Su presencia en América Latina fue fundamental para fortalecer la fe en la región.

Sus viajes también lo hicieron una figura clave en la caída del comunismo en Europa del Este, especialmente en su Polonia natal. Siendo su influencia reconocida por líderes mundiales como Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov.

No en vano recibió el sobrenombre de Juan Pablo “el papa viajero”. Logrando una mayor cercanía y comunicación con líderes mundiales. Siendo destacado por su estrategia de comunicación, en una época en la que no existían las redes sociales. Pero aun así, logró ser conocido en todo el mundo.

Fue el primer papa en visitar una sinagoga y una mezquita, y lideró encuentros históricos con representantes de diversas confesiones. Su reunión con el Dalái Lama y su constante llamado a la unidad entre cristianos, judíos y musulmanes marcaron hitos en la historia de la diplomacia vaticana.

Uno de sus legados más importantes fue la creación de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), un evento que convocó a millones de jóvenes católicos alrededor del mundo. Con esta iniciativa, Juan Pablo II buscó revitalizar la fe en las nuevas generaciones y promover valores de paz, amor y solidaridad.

El atentado que conmocionó al mundo

El 13 de mayo de 1981, en plena Plaza de San Pedro, el mundo fue testigo de un hecho nunca antes visto: Juan Pablo II fue blanco de un atentado mientras saludaba a los fieles desde el papamóvil.

Mehmet Ali Ağca, un extremista turco, disparó en cuatro ocasiones, hiriendo gravemente al pontífice en el abdomen y la mano. De inmediato, el Papa fue trasladado al hospital Gemelli, donde los médicos lograron salvarle la vida tras una compleja intervención quirúrgica.

Mucho se ha hablado de que el Santo Padre fue protegido por la Virgen María. Quien desvió la bala e hizo que fuera una herida menor y no mortal.

En los últimos años de su pontificado, Juan Pablo II enfrentó con valentía la enfermedad de Parkinson, que fue debilitando progresivamente su salud. A pesar del deterioro físico evidente, el Papa se mantuvo firme en su misión pastoral y continuó con sus actividades hasta donde su cuerpo se lo permitió.

Su imagen, con la voz temblorosa y las manos afectadas por la enfermedad, se convirtió en un símbolo de resistencia y fe inquebrantable.

La noche del 2 de abril de 2005, poco después de las 10: 00 pm hora local, el entonces arzobispo Leonardo Sandri anunció al mundo la noticia que tantos temían: “Queridos hermanos y hermanas, nuestro amado Santo Padre Juan Pablo II regresó a la casa del Padre”. Con esas palabras, se confirmaba el final de una era en la Iglesia católica.

El 8 de abril, millones de personas asistieron a su funeral en la Plaza de San Pedro, presidido por el cardenal Joseph Ratzinger, quien meses después se convertiría en el Papa Benedicto XVI. Entre oraciones y lágrimas, se escuchó el clamor de la multitud: “Santo subito” (“Santo ya”), una petición popular que aceleró su proceso de canonización, convirtiéndolo en uno de los santos proclamados con mayor rapidez en la historia de la Iglesia.


 


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